Capítulo
37 (1)
"Muerte
eterna"
Un
poco de silencio se mantuvo mientras se encendían más velas, no demasiadas.
Burn pudo ver con más claridad; en efecto, era su hija, quien tenía una cabeza
humana que lamía de forma sexual y degustante.
-Hija,
¿Qué haces aquí? –dijo Burn.
-Sólo
me degusto un poco. Hay pequeños placeres que es bueno tener de vez en cuando
respondió ella mientras miraba fríamente la cabeza que sostenía, que no era
otra sino la de Jhalioc-. Mira esta cabeza, su carne es fría e inerte; pero aún
veo en sus ojos el placer y los deseos que esta persona tenía, todo ellos
quedaron plasmados en este rostro ¿Crees que todas las personas tengan el mismo
deseo? Me refiero a no querer ser olvidadas.
-No
lo sé hija –respondió Burn con mucha confusión-. La verdad es que es casi lo
mismo pero de diferente forma; es decir, algunas quieren ser recordadas, otras
quieren simplemente que sus sueños no mueran, aunque ellos sí.
-Tienes
razón mami, tienes razón…
-Pero
dime, ¿has estado aquí todo el tiempo hija?
-Por
supuesto que no. Sólo vengo a esta habitación a… digamos, guardar mis juguetes.
-¿Todas
estas cajas son juguetes? –preguntó Burn mientras veía que las cajas, frascos y
demás contenedores contenían cadáveres, instrumentos quirúrgicos, sustancias
raras, partes humanas, huesos, etcétera.
-Sí
mami, siempre has sabido bien que todas estas cosas me divierten, yo sé que a
ti también; pero tú eres más discreta.
-Posiblemente,
pero tú tienes más imaginación para divertirte con esto.
-Imaginación,
creatividad… Mucha gente se atormenta por alimentar esas virtudes, por
encontrar una fórmula de imaginación, una fuente de creatividad. Se les olvida
buscar primero en sí mismas. La mente es así, sabes, es más fácil entender con
tus ideas que con la de los demás; pero la mayoría son flojas y quieren que
alguien más les explique. ¡Una mente no puede pensar igual que otra!
-Sí,
sé a lo que te refieres hija –respondió Burn aún con la intriga de saber que
estaba pasando con su hija. Así como yo, tú siempre fuiste de las que querían
primero experimentar y luego recibir ayuda; entre menos ayuda mejor, ¿no es
cierto?
-
Sí, es un buen hábito mami.
-¿Por
qué estás tan sola aquí hija? Pero contéstame más, no sólo el momento de ahora,
dime ¿Por qué desapareciste y qué ha pasado contigo hija? Me tenías muy
angustiada. Es bueno verte de nuevo y en buen estado…¿Sí estás bien verdad?
-Jujuju
–rió tiernamente y con un poco de sarcasmo-. Siempre me ha encantado la
soledad, no es nuevo que te lo diga. Me fui de casa porque mi vida se estancó
en una absurda plasta de maquinaciones, se sepultaba entre toda la magnitud de
mi ceguera de la vida, de mi falta de propósito. No las desprestigio de
importancia en mi vida a ti y a mis hijas, no, claro que no; pero, simplemente
no era yo en verdad. No podía seguir viviendo con toda la inquietud, toda la
rabia hacía mí, toda la inquietud y, aparte de todo eso, la rutina. Necesitaba
un verdadero propósito, no sólo para vivir; también para morir. Hace dos años
aproximadamente, la verdad no sé ni la fecha de hoy, no quise despedirme de
ustedes, porque realmente no sabía si cuando volvería, ni siquiera si lo haría,
la mayor parte de mis pensamientos me sonsacaban a no volver. Quise ir a ver
una última vez, aquella estatuilla en la tienda de antigüedades en la que veía
claramente mi reflejo, y me encantaba, no sólo por identificarme, sino también
por que era genial.
-Sí,
ya sé a qué estatuilla te refieres –respondió Burn recordando que la había
dejado en las alforjas de Jk-. ¿Por qué
te identificabas con ella?
-Porque
en ella veía una mirada perdida, que no sabía a dónde mirar. Sus ojos lloraban
sangre, eso era genial y me excitaba y me encantaba, según yo no tiene nada
simbólico para mí, no en mi consciente. Al ver sus alas con navajas en las puntas
que se encajaban en sí misma, veía su gloria, su majestuosidad tan soberbia y
superior a todos, que, al mismo tiempo de hacerla sentir ver a los demás hacia
abajo, le desgarraba a sí misma. Su soberbia le hacía doloroso el camino, la
desgarraba la cordura de sus piernas y le hacía caminar sin dirección clara, y
lo más probable, erradamente. No te aburriré con detalles mami; pero te diré
que pude viajar mucho y recolectar una infinidad de cristales, una gama
cromática tan extensa que de no tener esa sed de búsqueda, me hubiera
desquiciado totalmente y habría perdido totalmente todas mis partes.
-Hija,
¿En verdad no podíamos ayudarte a, si no aclarar toda esa obscura confusión,
por lo menos a sosegar tus demonios?
-Me
ayudaron suficiente. Adquirí de ustedes varios cristales. A sosegar mis
demonios… Ya no quería más eso ¡quería matarlos! No puedes hacer lo mismo una y
otra vez y esperar resultados diferentes; necesitaba actuar más allá de mis
posibilidades de ese entonces. Necesitaba aprender cosas nuevas. Conocí a mucha
gente en mi viaje, realmente no te puedo decir nombres porque nunca se me ha
dado bien eso de recordar nombres o fechas. Pero te puedo decir que he
aprendido mucho de toda la gente que
conocí. Me controlé más de lo habitual y aprendí a cómo hacerlo mejor. Eso me
ayudó considerablemente a nutrir mi ser. El sufrimiento te hace aprender
inimaginablemente y te hace disfrutar mejor. Los humanos somos masoquistas por
naturaleza. Después de todo lo que aprendí, aún sentía un vacío consumiéndome
mami. Aún no encontraba mi propósito ni mi verdadera felicidad. Desgarré mi
cuerpo, mutilé mis sueños, desquicié mi mente, desangré mi corazón, desvanecí
mi alma, me ahogué en lágrimas… Pero aún me falta una cosa en mi vida… aún me
falta morir. Mi solemne bendición vendrá a mí, y sólo a mí mami. Todas estas
máscaras con las que he vivido, todos esos cristales con los que he observado y
los sentimientos que me he implantado me han hecho olvidar mi rostro, mis
propósitos, mi propia existencia. Quise encontrar mi respuesta en los demás…
Qué ironía, fruto podrido del desprecio a mis propios pensamientos. He querido
comprender cada lágrima derramada, cada hueso roto, los pensamientos más
disonantes. La gloria del pensamiento destroza el corazón ¡Bendita la ignorancia!
-¿Hace
cuánto tiempo estás por estos lugares, coleccionando estos juguetes? –preguntó
Burn.
-Hmm,
ni idea. No hace mucho enfermé. Todos los doctores que me diagnosticaron me
declararon en estado terminal, sin cura, sin esperanza de vivir demasiado tiempo.
-¿Qué?
¿Es en serial?
-Sí
mami. Pero esto no me entristeció para nada, ni mucho menos me decepcionó. En
realidad, me aclaró todo. Fue cuando dejé de buscar la respuesta a mi gran
pregunta. Fue cuando recordé quien en verdad soy, que nacimos para morir. La
mayoría de los médicos me recomendaban el reposo y la poca actividad ¿Para qué?
¿Para no morir? Jujuju. Que insolencia –y al acabar sacó un ojo de Jhalioc con
sus dientes.
-Hija,
no mueras aún. Tus hijas te extrañan. Hagamos un última orgía familiar –suplicó
Burn- te extraño hija, te amo
-Tal
vez mami, pero ahora no. Sólo ve a descansar mami. Mañana será otro día- y se
dirigió al pasadizo alistándose para irse a través de él-. Me iré, mami,
caminaré sobre los todos estos cristales hasta desangrarme, se diluirán todas
las maquinaciones, se me escapará el alma y los brotes salinos de mis ojos se
cristalizarán para ser pisadas y unirse al polvo del olvido. Y en mi más pura
esencia, quedaré cara a cara, con mi verdadera faz, ante la gloria de la
muerte… entonces le besaré… Adiós mami.
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