jueves, 27 de enero de 2011

Burn y el extraño mundo de Orgas cap.05



Capítulo 5
"Decadencia, hasta que los cuerpos se consumen"

El éxtasis de las personas era inconfundible, la gente explotaba al máximo su cuerpo. Inclusive pareciera que todas esas costuras y heridas eran apropósito, como si ellos mismo se hubieran privado de algún sentido para poder agudizar su sensibilidad corporal.

Tuvieron que pasar unos minutos, varias parejas sexuales y un par de orgasmos para que Burn recobrara la consciencia de que algo fuera de lo normal ocurría. Burn estaba teniendo sexo con uno de los tipos de clavos en la nariz, le desclavo uno con los dientes y empuño el clavo, el cual era de aproximadamente 3 pulgadas. Lentamente, con pasos cautelosos, Burn se acercó hacia donde estaba Farkcon. Al aproximarse a unos 2 metros, Burn resbaló con un charco de fluidos corporales, tanto digestivos como orgásmicos. Fue tal la caída que toda la gente la notó. Burn, al caer, se deslizó hasta chocar con los pies de Farkcon, haciéndolo tambalearse y haciendo caer a la pareja actual de Farkcon, la cual era un hombre con 2 penes. Fue tal el descontento de Farkcon que inmediatamente quiso tomar cualquier objeto que encontrase cerca para golpear a Burn. Antes de que pudiera hacerlo, Burn le incrustó el clavo en el pie, haciéndole gritar como si fuera una gata en celo. El grito fue tan desconcertante que todos los presentes entraron en pánico, eran como niños retrasados que no entienden que pasa y empezaron a actuar intempestivamente, a excepción de los que tenían los oídos desgarrados, aquellos seguían en su acto sexual.

Todo empezaba a tornarse demasiado caótico. Los ciegos arrojaban todo los objetos que encontraban a todas direcciones, golpeando brutalmente a otros. Los de boca cosida solo gemían de dolor y placer, algunos tirados en el suelo, revolcándose entre los fluidos fecales y orgásmicos. Los que perdieron el olfato golpeaban a todo aquel que se interpusiera en su camino. Por último, los sordos parecían excitarse cada vez más con todo el torcido teatro que se daba lugar en la habitación, follando a todo lo que veían, ya sea vivo o muerto, porque claro, para ese entonces ya había unos cuantos muertos que desbordaban sus intestinos e inclusive su cerebro, un exquisito lubricante resultó ser la sangre y los fluidos cerebrales.


Burn era perseguida por Farkcon, quien cojeaba debido al clavo en su pie. Mientras esquivaba todo tipo de proyectiles provenientes de la furia de Farkcon y de la confusión de las personas, Burn encontró un cuchillo, al parecer era un cuchillo para carne que se encontraba como cubierto en uno de los platillos que había en el cuarto. Farkcon, a su vez, fue alcanzado por un proyectil, un pedazo de carne al parecer. Al recibir tal impacto, Farkcon cayó al suelo sobre un cadáver que tenía un pedazo de hueso, el cual, se le incrustó en el hombro a Farkcon. De pronto, unos segundos después de que Burn encontrará el cuchillo, se volvió a abrir una de las paredes, de la cual salió aquel tipo del cereal, pero ahora, en vez de tener un plato de cereal con semen en las manos, tenía un lanzallamas y una moto-sierra en la espalda.

El tipo del lanzallamas empezó a lanzar fuego a todo de una manera descontrolada. Farkcon se arrastró hacia su hiperactivo e incendiario amigo, para decirle que la chica lo había herido y que intenta escapar. Los cuerpos empezaban a quemarse, las personas gritaban cada vez más esquizofrénicas. La habitación que ya olía a orgasmos y muertos, empezó a adquirir un olor a descomposición y a carne pútrida quemándose.

Al llegar Farkcon con el descontrolado incendiario se dijeron lo siguiente:
Hank!, ayúdame, estoy malherido –exclamó Farkcon.
-No perra del coño, eres una mierda, ándate a ver naruto –respondió Hank, el tipo del cereal –, siempre me has reventado las bolas perra boliviana.
-Pero Hanky – decía Farkcon con voz lastimosa-, yo te amaba, pensé que tú a mí también. Además, la chica prisionera intenta escapar.
-Callate negra esclava –Enojado respondió Hank-, no eres más que un mierdero clon del marica dueño de estas tierras llamado Darkconi. Y esa maldita zorra mexicana no escapará de mis manos.
-Eres una mierda –reclamo Farkcon.

Y en cuanto acabó el pequeño diálogo, Hank había agotado el combustible del lanzallamas, así que, lo arrojó al suelo y tomó la moto-sierra de su espalda, la encendió, e ignorando las súplicas de Farkcon lo partió por la mitad con un corte transversal. La sangre brotaba del cuerpo de Farkcon al compás del desenfrenado motor de la moto-sierra. Hank podía sentir la pulverización de los huesos y el desgarramiento de la carne. Las gotas de sangre salpicaban tan majestuosamente que alcanzaron los labios de Burn.


Al acabar con Farkcon, Hank se dirigió hacia la chica Burn. Al estar frente a frente, Hank la quiso manosear, pero Burn con un movimiento fugaz le encajó el cuchillo a Hank en el estómago.

¡Maldita perra esclava! –gritó Hank, y encendió su moto-sierra para matar a Burn, pero Mely acudió a ayudar a Burn golpeando a Hank en la nuca. Hank calló y la moto-sierra cayó sobre el mismo, destajándolo brutalmente.

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