lunes, 31 de enero de 2011

Burn y el extraño mundo de Orgas cap.01




Capítulo 1

"La casa oculta entre la tormenta"








En una gélida noche de otoño, BURN, montada en su caballo, conocido como JK, cabalgaba por los solitarios bosques del conde DARKCONI, en busca de un refugio para salvaguardarse de una inusual tormenta llegada de imprevisto.


No pasaron más de 15 minutos cuando encontraron una casa, de arquitectura gótica, algo antigua y fúnebre. En lo alto se podía observar una cruz, en la cual había tres personas atravesadas. Al parecer no llevaban demasiado tiempo ahí, ya que sus órganos parecían estar vivos, sutilmente deslizándose por los cuerpos, con sus sombras de sangre que se difuminaban con la lluvia.


"Algo interesante ha de haber en esa casa", pensó Burn, mientras caminaba hacia la puerta, cruzando por el jardín alfombrado de doradas y bronceadas hojas caídas, humedecidas con la lluvia. Las hojas al ser pisadas por el caballo parecían crujir cual si fuesen huesos, pero todo esto lo ignoró Burn y dijo a su caballo:




-"Habrá que pedir refugio de la tormenta en esa choza de desconocidos". Y Jk gimió como si quisiera exclamar lo embarazoso que era hacer eso.





Al llegar a la puerta, notó que no había timbre ni algún dispositivo para hacer resonar la puerta. Sería difícil que escucharan un simple golpe de mano con el ruido de la tormenta. Dirigió la mirada hacia un bulto que parecía ser un cadáver, en el cual se encontraba una daga incrustada. Tomó la daga, lo que ocasionó que se desprendiera un purulento líquido de aquel bulto, un color algo marrón y espeso, acompañado de un fétido olor a pescado y a minero, era un olor Chileno. Burn simplemente cubrió su nariz y observó la daga sin demasiada atención y dijo: "Esto servirá". Inmediatamente después, empuñó la daga fuertemente y se la incrustó en el ano al caballo, hizo giros dentro del recto, como si quisiera licuar cualquier residuo fecal y batirlo en un bálsamo de sangre y excremento. Lo único que lo impedía adentrarse más en los intestinos del caballo fue la falta de un brazo más largo. El chillido de dolor de JK fue tan dramático y quebrantador que cualquiera que estuviese en la casa podría escuchar y saber que alguien estaba llamando la puerta.

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