Capítulo
32
"De una fúnebre mañana a una nostálgica noche"
"De una fúnebre mañana a una nostálgica noche"
Tan
nostálgico y abrumador como una vela sofocada con una repentina ráfaga de
viento, dejando una obscuridad total acompañado con un silencio no menos inmenso y un desgarrador sentimiento
de impotencia, así fue el último momento de vida de Shadowns ante todos los inquilinos
presentes. Breves exequias se llevaron a cabo un par de horas después la
partida del tan bien estimado Shadowns, dejando lugar a algunos rezos y
palabras que no hacían más que elogiar al difunto y salar las heridas hechas
por la ya permanente ausencia. El amargo hecho quitó el apetito a más de alguno
y olvidaron sus planes de marchar, por lo menos Neea y Misa pospondrían su
visita, no han tenido suficiente tiempo para convivir con las nietas de Burn, y
ahora no era un buen momento para aprovecharlo en una cálida reunión familiar,
esperarían pues en realidad ese era el motivo de su visita y hasta apenas ese
momento había podido ver a Hina y Lexa.
Después
de asimilar lo rápido que sucedió todo, que no fue demasiado tiempo el
requerido, Burn sintió nuevamente la pesadez de su cuerpo, el extenuante
cansancio que ni el buen plato de comida que pudo consumir le había podido
quitar, su cuerpo necesitaba más que comida, necesitaba dormir. Dejando atrás
cualquier deseo de comodidad, lo primero que intentó fue recostarse sin pena ni
premeditación en el sofá, frente a todos los huéspedes presentes. Infernal le
ordenó rápidamente que la atendiera y guiara hasta su habitación nuevamente.
Burn se negaba a realizar cualquier esfuerzo físico pero finalmente cedió a los
deseos de Infernal y Andrea después de no poder soportar los exagerados y sobreactuados
llantos de Neea; ¿Puede alguien encariñarse tanto con una persona que jamás vio
con vida?... Quizá su empatía la inundó de tristeza, de la tristeza que la
muerte de Shadowns provocó en los demás.
En
esta ocasión, Burn no hizo ningún comentario que hiciera pasar momentos de
incomodidad a Andrea, en realidad, no habló una sola palabra, en cuanto llegó a
la cama que aguardaba por guiarla nuevamente al mundo de los sueño, cayó
rendida sobre ella. Cayó en un sueño tan profundo que nada de lo que pudiese
haber pasado le habría influido en sus sueños, ni siquiera logró recordar nada
de éste. Sin tener idea de cuánto había dormirdo, fue despertada por pequeños
golpes, no torturantes pero sí molestos. Burn se sorprendió al pensar que tan
sólo había sido un instante el que sintió pasar desde que cayó dormida hasta
ese momento, en el que despierta y encuentra que el Sol ya ha terminado su
jornada y la Luna ha tomado turno, una Luna llena y brillante que desvanece gran
parte de la nocturna obscuridad. ¿Pero qué fue ese golpe que la despertó? Se
preguntaba Burn, y seguido recibió otro igual en la cabeza, una pequeña piedra
le había impactado. Y no era el segundo ni el tercero, una gran cantidad de
pequeñas piedras declaraban la persistencia en querer despertarla. Burn mirando
a todo alrededor, vio que no había nadie más acompañándola en la habitación,
entonces dirigió su mirada a la ventana y, en la rama del árbol más cercano,
cubriéndose bajo las hojas del árbol de la delatora luz lunar, un koala le
arrojaba las piedras que audazmente guardaba en un hueco del árbol. Al saber la
identidad de su agresor, no intentó averiguar nada más y supuso que el koala
huiría por ser descubierto, entonces Burn volvió a recostarse para intentar
volver a su sueño; sin embargo, el koala no dejó de persistir, definitivamente
no quería molestar, quería llamar su atención, pues cuando Burn lo veía, el
koala le hacía expresiones corporales que parecían desear que Burn fuera hacia
allá. Al notar tales deseos del Koala, Burn optó por cerrar la ventana y evitar
que las piedras la golpearan; esto no detuvo al Koala y al cabo de unas
pedradas que provocaban chirriante ruido con el vidrio que irritaban la
tranquilidad de Burn, logró quebrantar el vidrio. Obviamente, al no haber
vidrio, las piedras podían alcanzar nuevamente a Burn, quien se levantó
nuevamente, cogió varias piedras del suelo, se acercó a la ventana y le
devolvió la agresión al koala, arrojándole piedras con todo el deseo de
lastimar al koala lo mejor que pudiera con tan pequeñas piedras. Rápidamente el
intrépido animal se refugió tras el robusto árbol, hasta que Burn se cansó de
arrojar piedras sin poder darle el koala retomó sus deseos de llamar la
atención. Harta pues Burn, sucumbió ante los deseos del koala y saliendo por la
ventana, saltó con destreza hasta caer sobre un costal de basura y hojas secas
que amortiguaron su descenso. Una vez afuera, empezó a caminar con dirección a
donde el animal. El koala empezó a trepar de árbol en árbol, aventando frutos,
ramas o piedras a Burn cada que ella dejaba de seguirle, así que Burn optó por
seguirle el juego. En ocasiones le respondía a las agresiones aventándole
también piedras al animal, pero eran más por venganza que por querer dejar de
seguirle, sabía que no servirían de nada. Fueron dirigiéndose al lado opuesto
al que había tomado Burn para ir a buscar a Lexa. Tontamente Burn se había
olvidado de dejar marcas o algo que le ayudase a orientarse al querer volver,
tendría que confiar plenamente en sus sentidos.
La
curiosa persecución llevaba a Burn por un camino distinguido por tener
progresivamente más abundante piedras de mármol, algunos bloques incrustados
como si hubiesen formado parte de un camino, o quizá alguna vieja construcción
destruida o removida a propósito, no por completo, ahora sólo quedaban indicios
de esas piedras. Después de esas huellas de mosaicos, llegaron a las ruinas de
un mausoleo no muy grande, aún de pie con un ligero techo de piedra y varias
columnas aún completas, otras más destrozadas. Las ruinas estaban ligeramente
vestidas con rama y vegetación frecuente en cementerios, casi seca, le daban
una esencia triste y desolada.
El koala saltó del árbol al desanimado mausoleo,
como si quisiera buscar con detenimiento entre los rincones del inmueble; buscó
de una manera bastante superficial, tal vez buscaba a un ser vivo, una persona
quizás. Después de fracasar en su búsqueda, el koala volvió a arrojar piedras a
Burn, pues se había volteado y estaba dispuesta a retirarse. Al tener de vuelta
la atención de Burn, el koala retomó su senda entre las ramas en lo alto de los
árboles, regresando con presteza de un salto. A través del bosque iluminado por
la plateada luz, nuevamente Burn siguió al intrépido koala que esta vez tomaba
un rumbo trazado por flores marchitas y pétalos secos, espinas quebradizas y
cadáveres, carroñas de pequeños animales
que miraban con ojos fríos a los caminantes de tan escondido pasaje. Al cabo de
varios metros más caminata, el koala se detuvo en un árbol viejo y triste,
decadente. Se sentía un ambiente nostálgico
solitario, la zona estaba más libre de árboles que el resto del bosque;
un pequeño lago que reflejaba la luz de la luna yacía allí, la mística y ligera
niebla exclamaba la frialdad de éste, creando una atmósfera lúgubre. Junto al viejo
árbol, una silueta femenina parecía ahogarse en recuerdas mientras observaba un
par de lápidas, con algunas flores marchitas que le acompañan en su reposo.
A
primera vista daba la impresión de que la individua oculta bajo la sombra del
árbol antiguo, se dedicara a rezar las letanías propias un funeral, dedicadas
al difunto, en este caso pudieran ser dirigidas a la memoria de las personas a
quienes pertenecían esas tumbas; sin embargo, en realidad no rezaba. Burn
volvió a mirar hacia lo alto del árbol junto a las tumbas, sin embargo el koala
había desaparecido, “¿Sus planes eran que viniese para encontrarme con ella?”
se preguntó Burn.
Dadas
las circunstancias, Burn tomó la decisión de acercarse a la chica de aspecto funesto.
A los pocos pasos, la chica se percató de la presencia de Burn y la volteó a
ver, la luz de la luna reveló un rostro pálido, con un aspecto facial, si no
muy emotivo por lo menos no tan fúnebre y nostálgico como su apariencia y
vestimentas reflejaban.
-Hola,
¿cómo llegaste aquí? –dijo la chica con cara de confusión.
-Me
guió hasta acá un elocuente koala que me ha jodido como perro en celo a zapato
de burgués, aunque ya me ha abandonado.
-Entiendo,
¿y cómo te llamas? –preguntó nuevamente con la misma intriga.
-Me
llamo Burn, ¿quién eres y por qué estás aquí?, ¿rindes culto a Chavez?
-Hmm…
me llamo Xym –dijo sonrojadamente-, sólo estoy aquí recordando un poco del
pasado. Esas 2 lápidas, son de personas que eran muy cercanas a mí.
Las
lápidas tenían sólo un nombre inscrito en cada una, no había fechas ni alguna
frase o si quiera apellidos, en una tenía inscrito el nombre “Juliette” y en la
otra “Volmar”. Las lápidas lucían relativamente nuevas, no presentaban grietas
ni enmohecimiento, no había signos aparentes antigüedad. Una extraña curiosidad
estaba latente en Burn cuando leyó aquellos nombres, así que no resistió a
preguntarle ¿Quiénes habían sido esas personas? Xym le aseguró que le contaría,
pero que esperara un poco, quería darse unos segundos para ver el nocturno
firmamento y recordar con buen sentimiento lo que estaba a punto de contarle a
Burn.
tenía inscrito el nombre “Juliette” y en la otra “Volmar”. Las lápidas lucín relativamente nuevas, no presentaban grietas ni enmohecimiento,
ResponderEliminarERROR EN LA LINEA 2, lucín-----lucîan
=)