sábado, 1 de enero de 2011

Burn y el extraño mundo de Orgas cap.32


Capítulo 32
"De una fúnebre mañana a una nostálgica noche"
Tan nostálgico y abrumador como una vela sofocada con una repentina ráfaga de viento, dejando una obscuridad total acompañado con un silencio  no menos inmenso y un desgarrador sentimiento de impotencia, así fue el último momento de vida de Shadowns ante todos los inquilinos presentes. Breves exequias se llevaron a cabo un par de horas después la partida del tan bien estimado Shadowns, dejando lugar a algunos rezos y palabras que no hacían más que elogiar al difunto y salar las heridas hechas por la ya permanente ausencia. El amargo hecho quitó el apetito a más de alguno y olvidaron sus planes de marchar, por lo menos Neea y Misa pospondrían su visita, no han tenido suficiente tiempo para convivir con las nietas de Burn, y ahora no era un buen momento para aprovecharlo en una cálida reunión familiar, esperarían pues en realidad ese era el motivo de su visita y hasta apenas ese momento había podido ver a Hina y Lexa.
Después de asimilar lo rápido que sucedió todo, que no fue demasiado tiempo el requerido, Burn sintió nuevamente la pesadez de su cuerpo, el extenuante cansancio que ni el buen plato de comida que pudo consumir le había podido quitar, su cuerpo necesitaba más que comida, necesitaba dormir. Dejando atrás cualquier deseo de comodidad, lo primero que intentó fue recostarse sin pena ni premeditación en el sofá, frente a todos los huéspedes presentes. Infernal le ordenó rápidamente que la atendiera y guiara hasta su habitación nuevamente. Burn se negaba a realizar cualquier esfuerzo físico pero finalmente cedió a los deseos de Infernal y Andrea después de no poder soportar los exagerados y sobreactuados llantos de Neea; ¿Puede alguien encariñarse tanto con una persona que jamás vio con vida?... Quizá su empatía la inundó de tristeza, de la tristeza que la muerte de Shadowns provocó en los demás.
En esta ocasión, Burn no hizo ningún comentario que hiciera pasar momentos de incomodidad a Andrea, en realidad, no habló una sola palabra, en cuanto llegó a la cama que aguardaba por guiarla nuevamente al mundo de los sueño, cayó rendida sobre ella. Cayó en un sueño tan profundo que nada de lo que pudiese haber pasado le habría influido en sus sueños, ni siquiera logró recordar nada de éste. Sin tener idea de cuánto había dormirdo, fue despertada por pequeños golpes, no torturantes pero sí molestos. Burn se sorprendió al pensar que tan sólo había sido un instante el que sintió pasar desde que cayó dormida hasta ese momento, en el que despierta y encuentra que el Sol ya ha terminado su jornada y la Luna ha tomado turno, una Luna llena y brillante que desvanece gran parte de la nocturna obscuridad. ¿Pero qué fue ese golpe que la despertó? Se preguntaba Burn, y seguido recibió otro igual en la cabeza, una pequeña piedra le había impactado. Y no era el segundo ni el tercero, una gran cantidad de pequeñas piedras declaraban la persistencia en querer despertarla. Burn mirando a todo alrededor, vio que no había nadie más acompañándola en la habitación, entonces dirigió su mirada a la ventana y, en la rama del árbol más cercano, cubriéndose bajo las hojas del árbol de la delatora luz lunar, un koala le arrojaba las piedras que audazmente guardaba en un hueco del árbol. Al saber la identidad de su agresor, no intentó averiguar nada más y supuso que el koala huiría por ser descubierto, entonces Burn volvió a recostarse para intentar volver a su sueño; sin embargo, el koala no dejó de persistir, definitivamente no quería molestar, quería llamar su atención, pues cuando Burn lo veía, el koala le hacía expresiones corporales que parecían desear que Burn fuera hacia allá. Al notar tales deseos del Koala, Burn optó por cerrar la ventana y evitar que las piedras la golpearan; esto no detuvo al Koala y al cabo de unas pedradas que provocaban chirriante ruido con el vidrio que irritaban la tranquilidad de Burn, logró quebrantar el vidrio. Obviamente, al no haber vidrio, las piedras podían alcanzar nuevamente a Burn, quien se levantó nuevamente, cogió varias piedras del suelo, se acercó a la ventana y le devolvió la agresión al koala, arrojándole piedras con todo el deseo de lastimar al koala lo mejor que pudiera con tan pequeñas piedras. Rápidamente el intrépido animal se refugió tras el robusto árbol, hasta que Burn se cansó de arrojar piedras sin poder darle el koala retomó sus deseos de llamar la atención. Harta pues Burn, sucumbió ante los deseos del koala y saliendo por la ventana, saltó con destreza hasta caer sobre un costal de basura y hojas secas que amortiguaron su descenso. Una vez afuera, empezó a caminar con dirección a donde el animal. El koala empezó a trepar de árbol en árbol, aventando frutos, ramas o piedras a Burn cada que ella dejaba de seguirle, así que Burn optó por seguirle el juego. En ocasiones le respondía a las agresiones aventándole también piedras al animal, pero eran más por venganza que por querer dejar de seguirle, sabía que no servirían de nada. Fueron dirigiéndose al lado opuesto al que había tomado Burn para ir a buscar a Lexa. Tontamente Burn se había olvidado de dejar marcas o algo que le ayudase a orientarse al querer volver, tendría que confiar plenamente en sus sentidos.
La curiosa persecución llevaba a Burn por un camino distinguido por tener progresivamente más abundante piedras de mármol, algunos bloques incrustados como si hubiesen formado parte de un camino, o quizá alguna vieja construcción destruida o removida a propósito, no por completo, ahora sólo quedaban indicios de esas piedras. Después de esas huellas de mosaicos, llegaron a las ruinas de un mausoleo no muy grande, aún de pie con un ligero techo de piedra y varias columnas aún completas, otras más destrozadas. Las ruinas estaban ligeramente vestidas con rama y vegetación frecuente en cementerios, casi seca, le daban una esencia triste y desolada.
 El koala saltó del árbol al desanimado mausoleo, como si quisiera buscar con detenimiento entre los rincones del inmueble; buscó de una manera bastante superficial, tal vez buscaba a un ser vivo, una persona quizás. Después de fracasar en su búsqueda, el koala volvió a arrojar piedras a Burn, pues se había volteado y estaba dispuesta a retirarse. Al tener de vuelta la atención de Burn, el koala retomó su senda entre las ramas en lo alto de los árboles, regresando con presteza de un salto. A través del bosque iluminado por la plateada luz, nuevamente Burn siguió al intrépido koala que esta vez tomaba un rumbo trazado por flores marchitas y pétalos secos, espinas quebradizas y cadáveres,  carroñas de pequeños animales que miraban con ojos fríos a los caminantes de tan escondido pasaje. Al cabo de varios metros más caminata, el koala se detuvo en un árbol viejo y triste, decadente. Se sentía un ambiente nostálgico  solitario, la zona estaba más libre de árboles que el resto del bosque; un pequeño lago que reflejaba la luz de la luna yacía allí, la mística y ligera niebla exclamaba la frialdad de éste, creando una atmósfera lúgubre. Junto al viejo árbol, una silueta femenina parecía ahogarse en recuerdas mientras observaba un par de lápidas, con algunas flores marchitas que le acompañan en su reposo.
A primera vista daba la impresión de que la individua oculta bajo la sombra del árbol antiguo, se dedicara a rezar las letanías propias un funeral, dedicadas al difunto, en este caso pudieran ser dirigidas a la memoria de las personas a quienes pertenecían esas tumbas; sin embargo, en realidad no rezaba. Burn volvió a mirar hacia lo alto del árbol junto a las tumbas, sin embargo el koala había desaparecido, “¿Sus planes eran que viniese para encontrarme con ella?” se preguntó Burn.
Dadas las circunstancias, Burn tomó la decisión de acercarse a la chica de aspecto funesto. A los pocos pasos, la chica se percató de la presencia de Burn y la volteó a ver, la luz de la luna reveló un rostro pálido, con un aspecto facial, si no muy emotivo por lo menos no tan fúnebre y nostálgico como su apariencia y vestimentas reflejaban.
-Hola, ¿cómo llegaste aquí? –dijo la chica con cara de confusión.
-Me guió hasta acá un elocuente koala que me ha jodido como perro en celo a zapato de burgués, aunque ya me ha abandonado.
-Entiendo, ¿y cómo te llamas? –preguntó nuevamente con la misma intriga.
-Me llamo Burn, ¿quién eres y por qué estás aquí?, ¿rindes culto a Chavez?
-Hmm… me llamo Xym –dijo sonrojadamente-, sólo estoy aquí recordando  un poco del pasado. Esas 2 lápidas, son de personas que eran muy cercanas a mí.
Las lápidas tenían sólo un nombre inscrito en cada una, no había fechas ni alguna frase o si quiera apellidos, en una tenía inscrito el nombre “Juliette” y en la otra “Volmar”. Las lápidas lucían relativamente nuevas, no presentaban grietas ni enmohecimiento, no había signos aparentes antigüedad. Una extraña curiosidad estaba latente en Burn cuando leyó aquellos nombres, así que no resistió a preguntarle ¿Quiénes habían sido esas personas? Xym le aseguró que le contaría, pero que esperara un poco, quería darse unos segundos para ver el nocturno firmamento y recordar con buen sentimiento lo que estaba a punto de contarle a Burn.

1 comentario:

  1. tenía inscrito el nombre “Juliette” y en la otra “Volmar”. Las lápidas lucín relativamente nuevas, no presentaban grietas ni enmohecimiento,

    ERROR EN LA LINEA 2, lucín-----lucîan

    =)

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