Capítulo
31
"Vivir
para alimentar"
Cada
paso se tornaba más y más desequilibrado e hiriente, la pesadez en su caminar
se hacía cada vez más agobiante, Shadowns era quien tenía el caminar menos
titubeante ya que era quien tenía menos tiempo sin descansar, recordando que
estuvo desmayado gran parte de la tarde. Con las quejas y berrinches de Misa, Lexa
y Hina debido a tal cansancio, Burn comenzó a desesperar y Shadowns sólo les
decía “ya falta menos”.
-Shadowns,
¿cómo puedes recordar el camino a casa? –preguntó Lexa-. Este bosque es algo
denso y sólo pasamos una vez por aquí, debes tener muy buen sentido de
orientación.
-Por
supuesto –respondió Shadowns-. Mis sentidos superdesarrollados de orientación
tienen tales facultades sobrehumanas que me dicen que las manchas azules en las
manos de Burn se deben a que ella fue quien dejó las otras juguetonas manchas
de tinta azul entre la maleza de estos bosques, las cuales me guían lucidamente
de camino a casa; o por lo menos ese propósito supongo yo que deben tener esas
manchas.
-Es
cierto, conchesumare –dijo Misa- son las mismas que yo vi para poder seguir a
Burn, okya.
-Ahmm,
sí, aún me sobró tinta –respondía Burn- pero se la cambié a la chica con
atracción sexual al pez por unas galletas.
-¿Y
aún te quedan galletas que puedas compartir? –Preguntó Shadowns- Claro, sí es
que quieres compartir, sería muy gratificante comer algo ya que nadie ha comido
nada desde hace bastante tiempo, o por lo menos yo.
-Que
lástima, las he terminado, cuando las defeque las compartiré con gusto con
quien apetezca.
-No
gracias, -dijo Shadowns- creo que habremos llegado a casa antes de que termines
de digerir las galletas completamente
-Bueno,
sí no quieren, pues más para mí, podría comerlas de nuevo.
-¡Qué
asco abuela! – exclamaba Hina con bastante asco.
Burn
pensaba un poco en lo delicioso que podría ser comer sus galletas nuevamente
después de digerirlas. Este y otros espontáneos pensamientos la llevaron a
ensimismarse cada vez más, el cansancio que para ese entonces ya le adormecía
los pies y le palpitaba los músculos como punzantes agujas entre su carne, sin
mencionar la herida que yacía resonante en su hombro. A veces olvidando porqué
razón estaba caminando, ¿por qué no se había marchado ya?, ¿qué sentido tenía
estar ahí?, ¿Shadowns querrá follar con Lexa?, ¿Hina será zoofílica?, ¿Misa tendrá
amigos de verdad?... Sus cuestiones a veces eran existenciales, a veces era un
cuestionar vago, cuyas respuestas no le alejarían de su aislamiento psicológico
ni le ayudarían a resolver las cuestiones realmente importantes; sin embargo,
obtenía varias respuestas a sus preguntas con sólo pensar un poco más, pero no
podía regresar a prestar atención a las personas a su alrededor. Cuando todos
reconocieron el terreno como los alrededores cerca a la casa, Burn, quien
caminaba cabizbaja, profundizada en su espirales mentales, vio una sombra muy
peculiar, una sombra que se proyectaba de lo alto de un árbol, la sombra de un
koala definitivamente, levantó la mirada y sólo vio una fugaz silueta
escabulléndose entre los árboles.
En el árbol donde se encontraba el koala
escurridizo había el cuerpo de un mapache crucificado con un olor peculiar a
tacos, tequila y prostíbulo mexicano, nadie más lo había visto. Burn miró fijamente
ese trozo de carne pútrido desvariantemente, empezó a perderse entre sus formas
y texturas, pronto se olvidó qué hacía allí, hacía donde iba, su imaginación la
hacía perderse tan ensimismada que dejó de ver la carroña suspendida en el
árbol para empezar a ver recuerdos deformados que le generaba su mente,
imágenes mentales que se acoplaban a las texturas de la carne muerta. Podía
verse a sí misma, en su infancia, jugando con huesos rotos, sin preocuparse por
los demás, ni siquiera por ella misma. Seguido de eso, se imaginó un manada de
cerdos devorando los cadáveres de sus nietas, ellas sonreían ante los dulces
besos de los porcinos salvajes, “¿Pase lo que pase viviremos y moriremos para
alimentar a otros? ¿Qué objeto tiene todo esto? Podría todo simplemente
detenerse, dejar de existirse para morir y empezar a morir para vivir… ¿Pues
qué más da, si todo terminará igual? Claro, todos quisiéramos esa pisca de
inmortalidad, ese susurro de tenue vibrar que goza de renacimiento en cada
recuerdo, en cada letra, en cada sentimiento de las mentes ajenas, y en las
mentes que heredarán las añoranzas de las más antiguas. Todo aquel pensamiento
embriagaba a Burn de tal forma que no tomó importancia al galopeo fugaz que
resonaba en sus oídos, la clara alerta de la aproximación de algún jinete
empedernido.
De
lo alto del árbol, el cual era un manzano, el Koala tímido arrojó una manzana a
la cara de Burn, pareciera que con el plan de hacerle despertar,
desafortunadamente el golpe no la hizo volver a la realidad, lo único que
consiguió fue hacer que perdiera el equilibrio. El jinete con ímpetu frenético
se acercaba velozmente hacia Burn, traía una vestimenta obscura, con capucha
que le cubría el rostro y en su mano derecha agitaba un par de serpientes como
si fuesen cadenas que usaría para azotar a su víctima. Lexa avisó a Shadowns
que su abuela se había quedado atrás, para cuando volvieron con Burn se
encontraron en plena situación. Shadowns jaló a Burn consigo para salvarla de
la embestida que el jinete le propiciaría. Quizá falló en aplastarla, pero como
segundo ataque le arrojó las serpientes a Burn y Shadowns, una de las serpientes
ya estaba muerta cuando golpeó con Burn, esta vez sí fue un golpe lo
suficientemente brusco para regresarle la consciencia a Burn. La otra serpiente
aún permanecía con vida, y más que viva enfurecída y agresiva, pues en menos de
un segundo de impactar con Shadowns, ésta ya le había mordido. Misa y Lexa,
quienes también habían regresado, arrojaron grandes piedras para matar a la
serpiente, pero sólo sirvieron para ahuyentarla; rápidamente se escabulló entre
la maleza del bosque.
-Podría
jurar que el caballo de ese jinete era mi caballo. –dijo Burn.
-Que
curioso, te aseguro que le tomaría más
importancia si no fuera porque posiblemente tengo veneno de serpiente adentrándose
en mi torrente sanguíneo –dijo Shadowns-. Maldición, aún está tan cerca la casa,
no había visto una serpiente como esa, no sé si es venenosa ni mucho menos si
alguno de mis antídotos me puede servir, por lo pronto no duele la mordida.
-Resiste
Sha, te ayudaremos a llegar –dijo Lexa- si es necesario te cargaremos entre
todas.
-Je
je, que dicha la mía –respondió Shadowns con voz ya algo seca-, que lástima que
sólo se dan estas propuestas en peligros de muerte.
-Creo
que deberías ahorrar energías y todo eso que puedes gastar al hablar –dijo Burn.
Entre
las 4 ayudaron a Shadowns a llegar lo más rápido posible y evitando que
Shadowns se agitase demasiado, puesto que eso aceleraría el envenenamiento. A
varios metros de la entrada de la casa, Shadowns ya sentía dolor abdominal y parálisis
muscular en varias partes del cuerpo, curiosamente no sentía malestares
peculiares cerca de la pierna en la que le había mordido.
-A decir verdad nunca había visto una
serpiente como esa que me mordió –dijo Shadowns-, negra con rayas amarillas…
Mierda, creo que moriré, ya padezco diplopía y me cuesta tragar mi saliva y
mover los párpados.
-¿Qué
ocurre con Shadowns? –Preguntó Infernal , quien salía recién de la casa e
inmediatamente los vio llegar.
-¡Shadowns!
–Gritó Neea preocupadamente, salió inmediatamente al escuchar el grito de
Infernal.
-Ayúdenos
a llevar a Shadowns a su habitación, debemos encontrar algún antídoto o algo
que sirva, ¡rápida! –gritaba Lexa desesperada y preocupada.
-Ya
no importa, llegó mi hora –dijo Shadowns con voz sofocada.
-¡No
digas estupideces Shadowns, no morirás! –dijo Hina furiosamente con lágrimas en
los ojos.
Entre
todos llevaron a Shadowns hasta su habitación, quien era más que obvio que se
sobre esforzaba en respirar. Misa llorando le explicaba a Infernal y a Neea lo
que había pasado, Andrea rápidamente fue a preparar alguna sopa u otra comida
que aliviara malestares, pero en esta ocasión sería en vano. Alrededor de
Shadowns todos habían tomado un lugar, Andrea derramando lágrimas sobre su
plato de sopa que no serviría de nada; Misa con pocas lágrimas en los ojos como
si ya se hubiera hecho a la idea que Shadowns moriría; Hina enojada con todo
inclusive con su abuela pues empezaba a culparla y con ella misma por no poder
ayudar, lloraba de coraje; Lexa suplicándole a Shadowns que no muriera, quizá
por lo menos serviría para darle último aliento de voluntad a Shadowns,
Infernal aún trataba de buscar entre las cosas de Shadowns en busca de alguna
solución, Shadowns sabía que no podría encontrar nada; Neea, estática tapándose
la cara con las manos no se atrevía a mirar a nadie, esperaba que pronto pasara
todo; por último Burn, quien solo miraba a Shadowns, una mirada que reflejaba
su gratitud a Shadows por salvarla, y él le devolvía esa mirada mostrando que
para todos los presentes, ella era más importante que él, por dolorosa que sea
esta despedida, despedirse de tal forma de Burn hubiese sido mucho peor. “No
soy pariente de nadie aquí, creo que nadie me considera más que un amigo, me
hubiese gustado compartir más experiencias con ciertas personas, pero que más
da, ya casi me es imposible respirar, me quedan pocas palabras y el infierno me espera”…
Pensaba Shadowns.
“Quiten
esas caras largas, ¿De qué carajo sirve que muera si van a lamentarse?, coño,
cuídense, se les estima… Juiciosos…”
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