Capítulo
25
"Alma
inquieta"
A
continuación s prosigue la plática que tuvo Burn con aquel chico llamado Jairo,
aquel con el que se encontró en el bosque:
-.
Y con respecto a lo de las personas que buscas –prosiguió Jairo-, si vi a un
tipo de nariz pronunciada que buscaba a una niña el día de ayer. Cuando lo vi
no tenía la información que ahora tengo. Al parecer por aquella dirección vive
un enfermo mental, no recuerdo bien su nombre, era bastante parecido al mío,
Jal… Demonios no recuerdo. Por lo que me han contado ese tipo secuestra gente,
especialmente niños. De hecho yo también voy en busca de alguien, de un amigo
llamado Beavis. Hace 2 días fuimos de putas y una de las prostitutas lo
convenció de que fuera con ella a un lugar donde cumpliría todas sus fantasías,
esa puta se llamaba Eileen, y cuando se marcharon se fueron en la misma
dirección donde vive el enfermo mental. Si mis suposiciones son correctas esa
puta llamada Eileen trabaja para aquel enfermo.
-Eres
fresa y mereces ser sacrificado –dijo Burn.
-No
puedes matarme –protestó Jairo.
-¿Eso
crees? Jajajajaja –preguntó Burn con tono burlón.
-Bueno
si puedes -dijo Burn-, pero no te conviene hacerlo. Yo sé cómo llegar a aquel
lugar en donde seguramente están las personas que buscas.
-No
me importa, puedo buscar sola –contestó Burn.
Entonces
un repentino estornudo se escuchó de entre unos arbustos cercanos. Burn y Jairo
se acercaron para averiguar quién andaba allí. ¡Vaya sorpresa! Era una niña
quien les espiaba; para el martirio de Burn, era nada más y nada menos que
Misa.
-¿Qué
coño haces aquí tú? –preguntó Burn a Misa, pensando en que aquella sensación
que tenía era porque Misa la siguió.
-Salí
de casa y seguí unas curiosas marcas de tinta que iba encontrando –dijo Misa-. Después
de avanzar guiándome de éstas, te alcancé y vi que era vos quien las ponía. Y
pues así de simple decidí seguirte el resto del camino. Okya.
-Pues
nada te costará seguir las marcas para regresar –respondió Burn un poco enojada-.
Seguramente nadie sabe que estás acá. Sólo serás una persona más a la que
buscarán.
-No
quiero regresar y no me puedes obligar –dijo Misa con disgusto-. Allá es
aburrido y no hay nada que hacer. Además, se supone que estoy dormida, no saben
que no estoy en casa; mi madre nunca intenta despertarme cuando estoy dormida.
Y para que veas que pienso en todo, en caso de que trataran de despertarme,
dejé un nota en la que decía que te vine a acompañar ¡Vaya suerte que tuve al
encontrarte! Okya.
-Bueno
haz lo que quiera, si mueres no es mi culpa –dijo Burn.
-Okya.
Seguramente
este inesperado encuentro con Misa hizo olvidar a Burn la pequeña discordia que
tenía con Jairo, ya que, a los pocos momentos, Burn y Misa avanzaban guiadas
por él en busca de la casa de aquel secuestrador.
Tras
largas marchas y caminos desviados, dejando a su paso huellas de tinta azul
rey, un calor poco frecuente en la naturaleza del bisque, Burn y compañía se
toparon con el inicio de una endiente descendiente, directo a una area baja del
bosque; un descenso tortuoso, espinado y rocoso.
A
orillas de éste, pero unos cuantos metros al oeste de donde se encontraba Jairo
y Burn, Misa encontró con cadáver humano, roído y con una destacable
putrefacción en el cuerpo, carcomido de su vientre, con sus fauces abiertas que
emanaban larvas cual si fuesen liquido derramado de rabia; sin embargo, aún
parecía distinguible su rostro, con los ojos secos y con mirada fija hacia la
tortuosa pendiente, directo a la tan buscada vivienda.
Al
ver este cadáver, Burn no tuvo duda que ese carcomido cadáver, era el cuerpo de
la temida persona que se encontraba en la habitación de Shadowns, la persona
llamada Butters.
-Definitivamente
esa es la vivienda que buscamos –dijo Jairo-. Tendremos que descender por la
pendiente; no es muy inclinada pero con un paso en falso podríamos sufrir heridas considerables.
-Tú
ve primero –dijo Burn, si caes y mueres sabremos dónde no debemos pisar.
-Admiro
la sinceridad de tus intenciones Burn –dijo Jairo-. Está bien, trataré de ir
por delante.
-Okya,
apuesto a que llego primero que ustedes hasta abajo –dijo Misa entusiastamente.
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